martes, 1 de septiembre de 2020

Lecturas de la misa del 2 de septiembre de 2020 y pequeña reflexión del Evangelio


Miércoles 02 de septiembre de 2020 

Miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario

Años pares


 

PRIMERA LECTURA

Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 1-9

Hermanos, no pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente carnal, como a niños en Cristo. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los instintos carnales. Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales y que procedéis según lo humano.

Cuando uno dice «yo soy de Pablo» y otro, «yo de Apolo», ¿no estáis procediendo según lo humano? En fin de cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, Dios. El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios.

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial: Salmo 32, 12-13. 14-15. 20-21 (R.: 12b)

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.

 

Aleluya Lc 4, 18

El Señor me ha enviado
para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.


EVANGELIO

También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios,
para eso me han enviado

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.

Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:

—«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió a un lugar solitario.

La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.

Pero él les dijo:

—«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Palabra del Señor.

 


 REFLEXIÓN:

Vemos cómo Jesús sigue actuando sanando al que lo necesita, primero a la suegra de Pedro y después a todos los enfermos que le llevaban a su presencia y no solo eso, si no también expulsaba demonios, por todo eso buscaban Jesús, pero lo buscaban para tenerlo para ellos no más, por eso es que Jesús les dice que tiene que ir a predicar el Evangelio a los otros pueblo, muchas veces queremos tener a Dios exclusivamente para nosotros, sin compartir su amor, su mensaje, su Evangelio a tantos que lo necesitan. Busquemos a Jesús y démosle a conocerlo a tantos. Un feliz miércoles en Cristo Jesús. P. William Cano Quintero. 


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